jueves, 29 de abril de 2010

El tiempo


Vamos a comenzar realizando una definición sobre el tiempo en el ámbito educativo:

"Es el aprovechamiento didáctico de todas las unidades temporales; así, lo que denominamos horario no es si no la distribución racional del tiempo dedicado a la enseñanza. Es evidente que la distribución racional del tiempo es una necesidad en los centros escolares, ya que no sería posible un despliegue tan diversificado de actividades sin un mínimo de planificación o de sistematización".
Salvador Mata, F.; Rodríguez, J.L.; Bolívar Botía, A.: Diccionario Enciclopédico de Didáctica. vol 2. Ed. Aljibe

Por otro lado argumentaremos mediante diferntes pensadores la frase elegida "El tiempo es un valor colectivo":

Vemos como ha ido evolucionando la concepción a lo largo de la historia, desde una visión positivista del tiempo a la aparición de una visión del tiempo colectivo.

Cicerón, siguiendo la máxima «tempus fugit» y la practicidad romana afirmaba que «cada momento es único», y así el tiempo individual se engarza con un tiempo histórico, un tiempo colectivo que mide el paso y la plasmación de la humanidad en un determinado momento histórico. Su visión no es la de un mundo tan sólo individual, sino de realizaciones colectivas, y su concepción es la de un compromiso histórico que llevó al mundo romano a reunir culturas, religiones, idiomas, intereses, bajo un ideal común.
Tras la aparición del reloj mecánico en el siglo XIV y los primeros pasos científicos en el siglo XV, desaparece una visión subjetiva del tiempo, y es a partir de Galileo y Newton cuando la mecánica clásica lo concebirá como un valor matemático, como algo fijo, absoluto y medible, que puede conocerse por experimentos, cuya realidad no precisa relacionarse ya con el movimiento para ser medida, y que existe desde el fondo de los tiempos hasta la eternidad, como algo ilimitado e inamovible, constante como un tic-tacque no pudiera parar.
Para Hegel, como idealista, el tiempo ya no se considera como un valor ni un marco fijo e inamovible, sino como un camino a través de lo temporal, un devenir que percibe la propia conciencia del hombre y de las civilizaciones para ir acercándose a plasmar la Idea, el Espíritu.
En contra de las corrientes positivistas que niegan un valor real al ser humano para considerarlo como masa, aparece una nueva revalorización del tiempo personal como imbricado en una realidad histórica; así, filósofos como Hegel, y otros más recientes como Ortega y Gasset, Spengler, Toynbee y Dilthey, han relacionado el «tiempo individual» con un «tiempo colectivo», han anudado el tiempo a la concepción de la historia, recalcando que el hombre en lo colectivo es un ser histórico que no puede vivir de espaldas a su época. Han profundizado en la necesidad de una conciencia histórica del hombre, pues veían en la Historia las huellas que deja en la arena del tiempo ese gran ser vivo que es la Humanidad de camino hacia su propia realización. Han concebido una Historia como experiencia acumulada para lograr unos frutos y plasmar el mejor de los destinos posibles, a la manera ciceroniana. El tiempo colectivo se mediría así por la plasmación conjunta de culturas y civilizaciones, eterna lucha cíclica, espiralada, plagada de altibajos en pos de una conquista global de valores y vivencias humanas.

Para San Agustín el tiempo dejó de ser algo objetivo o psicológico para ser marcado por los ritos, los rezos y las festividades eclesiásticas (coordinados por un colectivo).

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